Nuestra historia comienza hace 4.000 años. El hombre que hasta entonces dedicaba sus energías a la caza y a la recolección, comienza a dar sus primeros pasos hacia la agricultura y ganadería. Es el comienzo de algo nuevo. Se crean nuevas herramientas para estas tareas: azadas, hachas, rejas. Para ello se empieza a pulir la piedra. La necesidad de almacenar granos, cocer alimentos o guardar líquidos da origen a la cerámica. El hombre se empieza a asentar en algunos lugares. Y de ello nos ha dejado constancia a través de los dólmenes, “monumentos” que nos hablan de un culto y respeto a los muertos, donde éstos son depositados colectivamente junto con alguno de sus enseres. Están construidos con losas verticales para formar así un recinto, al que se cubre con otra u otras losas horizontales, y protegido todo ello por un túmulo.
Tanto su emplazamiento como su orientación reflejan una organización social, a la vez que unas creencias.
Pues bien, los primeros vestigios que nos hablan de una presencia humana en nuestra zona están precisamente en el entorno de Salcedo. Muy cerca del pueblo, por medio de un camino de concentración parcelaria, está situado el Dolmen denominado “La Lastra”. Descubierto en 1942, posteriormente se recogieron en él restos humanos, fragmentos de cerámica y un raspador. Muy deteriorado en la actualidad, 3 losas en pie nos recuerdan su existencia.
Cercano a él – en el término de Molinilla- se encuentra el dolmen de “La Mina”, al que se considera uno de los monumentos megalíticos más importante en tierras de Alava. Descubierto en 1927, tras sucesivos reconocimientos aparecieron en él –además de los lógicos restos humanos- un recipiente entero de cerámica, diversas piezas de sílex (láminas y puntas de flechas), colgantes y cuentas (un colmillo de jabalí, cuentas de piedra y hueso), una punta de punzón en bronce, etc. Su descripción, según Jose Ignacio Vegas, no es muy clara: “Parece que las losas existentes configuran dos recintos o cámaras. La mayor está compuesta por siete losas que forman un recinto poligonal de 4 x 3 m. La pequeña antecámara la forman siete losas que cierran casi por completo un recinto de 3 x 3 m. Falta la cubierta”.
MONASTERIO DE SAN ESTEBAN, DE SALCEDO
Saltamos al siglo IX. Hacia su final, la amenaza de los musulmanes empieza a alejarse de Alava. Esto contribuya a que se vayan ocupando espacios más seguros. Así Espejo y Salinas de Añana, con Alcedo y Salcedo, delimitan una larga franja de kilómetros a la que harán referencia los documentos escritos. Habida cuenta de la presumible extensión que tendría el bosque en aquellos tiempos, los documentos dejan ver el progreso de la dedicación agrícola, más en concreto al cereal y al vino.
En este contexto, el año 873 nos da la primera pista. El presbítero Martín, junto con otros socios fundadores, otorga al Monasterio de San Esteban de Salcedo varias iglesias en Cuartango. Posteriormente, en 937, se le agregan templos en Pinedo, Abecia y Ondona. En tiempos del Conde Fernán González el monasterio de San Esteban es agregado –año 847- al Priorato de San Millán de la Cogolla. Esto no impidió que en los siglos X y XI, fuese creciendo su patrimonio. Una rápida síntesis: poseía campos en Basquiñuelas, riberas del Orón y del Bayas, Manzanos, Treviño y Haro, viñas en Turiso, Leciñana, Villabezana, etc., eras y casas en Salinas de Añana, herrenes y huertos en Ribera Alta y Baja, molinos en el río Orón y en el Bayas, iglesias en Cuantango, Llodio, etc. Todo ello indica que su dependencia de San Millán de la Cogolla no fue obstáculo para que su influencia fuese acrecentando. La última donación que se conoce data de 1034, en tiempos del Rey Sancho de Navarra.
Debemos remontarnos al año 1301 para encontrar que en esa fecha el monasterio de San Esteban es ya sólo una iglesia parroquial. En esta ocasión, D. López de Mendoza, señor de Llodio, hace donación al monasterio de Bujedo en estos términos: “..me desapodero del señorío y divisa y patronozago que yo he en el monasterio de Santisteban, iglesia parroquial de Salcedo y de todos los derechos que yo he en dicha aldea de Salcedo”.
Con todo ello podemos vislumbrar cómo, con anterioridad al año 873, Salcedo entra en la historia alavesa de la mano del Monasterio de San Esteban. Cómo esta institución, a la vez que instrumento de poder, ejerció un fuerte influjo en la tarea de repoblación y ocupación de nuestra zona a lo largo de los siglos indicados.
Puede añadirse, como anécdota, que el nombre de Salcedo –topónimo muy difundido- proviene de la palabra latina “Salicetum”, esto es, lugar plantado de sauces (o salces), lo cual sugiere la abundancia de estos árboles. Curiosamente, un paraje del pueblo es llamado Fuente Salce, flotemos también que tan sólo a 50 metros del pueblo – al norte- existe un término denominado San Esteban.